21.7.06

Contrapología

La lluvia, el sol.

Como todos sabemos, la lluvia y el sol caen sobre todos nosotros. No importa lo que seamos, lo que hagamos o hayamos hecho o haremos. La lluvia nos moja a todos por igual, el sol se derrama sobre todos por igual.

Sobre todos: los buenos, los malos, los mediocres, los ansiosos, los neuróticos, los nobles y los ventrílocuos. La lluvia toma desprevenido a ese mendigo, a ese ejecutivo, a ese suicida, a ese sabio entre los sabios. El sol nos calienta, su luz dorada, su calor cae como plomo en el verano, sobre todos por igual. El sol nos contempla y no importa si somos ese vendedor de merca, esa señora estreñida, esa hormiga roja. No importa. Igualdad. Ecuanimidad.

Ahora que lo pienso, ante la lluvia el mendigo no tiene dónde meterse, y el ejecutivo se refugia en el five stars, pero eso no importa porque precisamente el sol y la lluvia nada saben. Esas son otras humanas historias de las que la naturaleza nada sabe. El sol y la lluvia no entienden de diferencias ni de desgracias ni de nuestras terrenales pretensiones, sinsabores y aventuras.

La lluvia, el sol.

Imbéciles.